miércoles, 17 de septiembre de 2008

Recordar



Tu rostro es sentir la dulzura de un amanecer después de un tiempo tormentoso en el que no ves nada positivo.


Tu piel suave, tersa, cálida como la brisa del mar en el día más caluroso del verano que nuestras vidas han podido gozar.


Tu sonrisa banquete de dioses que un día regalaste a mi vida, como el único obsequio incorrompible que puedo apreciar en mi vida.


Tus caricias como raíces del árbol mas fuerte, el deseo por ti puedo tener, la gravedad que tu cuerpo influye sobre el mío.


El desasosiego que mi ser inunda en los momentos en los que no estas a mi lado, cual ausencia mata mi ser.

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